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  • Writer's pictureRenzo Kolich

¿Por qué optar por un baño seco?

Updated: Jan 7, 2020



Los seres humanos necesitan de algún tipo de saneamiento: suministro de instalaciones y servicios para eliminar de forma segura la orina y las heces. Para la ONU, esto es un derecho humano.

En la actualidad, el sistema de arrastre hidráulico es el tipo de saneamiento más extendido y difundido en ciudades; se enseña en universidades, se promueve políticamente y es demandado por la comunidad. Dicho sistema funciona con un inodoro, un tanque de agua y una conexión a la red de alcantarillado. Sin embargo, el sistema de flujo y descarga de agua es sumamente ineficiente ya que permite que una cantidad relativamente pequeña de material peligroso como la caca contamine gran cantidad de agua, una sustancia sumamente valiosa.

El agua es un elemento indispensable para el desarrollo de la vida humana. Si bien es imprescindible para la alimentación e higiene, no debería ser malgastada por el ineficiente retiro de residuos.


En el mundo hay suficiente agua dulce para abastecer a las poblaciones humanas, no obstante, en la realidad existe gran cantidad de poblaciones con desabastecimiento: más del 40% de la población mundial (fuente: ONU).

El problema es principalmente de distribución y acceso, y el mal uso acrecienta estos inconvenientes.

La orina y las heces no deberían desecharse sin planificación, ya que en condiciones óptimas, podrían ser recursos muy útiles¹. La orina (aguas amarillas) es un líquido rico en potasio y nitrógeno. Las heces (aguas pardas) también poseen abundantes nutrientes, útiles para las plantas que cultivamos. Pero al mezclar estas tres sustancias (agua, caca y orina), tenemos un material peligroso, maloliente, inutilizable y difícil de limpiar.

Descontaminar después esta mezcla requiere un esfuerzo enorme, y en muchos casos termina sin ser tratada en ríos y mares y la contaminación se esparce rápidamente, desperdiciando innecesariamente grandes cantidades de nutrientes. Al eutrofizarse, las masas de agua pierden oxígeno y se proliferan bacterias y parásitos anaeróbicos peligrosos, afectando drásticamente los ecosistemas. Lo ideal es no mezclar la caca ni la orina con agua.

El inadecuado tratamiento de orina y heces humanas contribuye además a la irreversible alteración de los ciclos biogeoquímicos del fósforo y del nitrógeno, elementos presentes en su composición². Lo lógico en términos ecológicos sería que los nutrientes retornen a la tierra de donde fueron extraídos (o cultivados como alimentos), para cerrar el ciclo circularmente.

La mayoría de gente no comprende la magnitud, el funcionamiento y las implicancias del sistema convencional. Al accionar la palanca del inodoro, y descargar aproximadamente 6 litros de agua por vez, la mezcla coloidal generada desaparece mágicamente, invisibilizando totalmente el problema y eximiendo de responsabilidad a los usuarios. Esta operación equivale a colocar la basura debajo de la alfombra.

Nuestro paradigma actual, la cultura occidental, tiene un defecto en la manera en la que nos entendemos como especie, concebimos el mundo, y actuamos en él. Se establece una fragmentación conceptual entre el ser humano y el resto del mundo vivo: Se entienden radicalmente separadas la cultura y la naturaleza; se sobrevalora lo relacionado a al “ser”, al raciocinio, a la idea de alma; y, por el contrario, se subvalora la naturaleza y el mismo cuerpo, apreciados desde la exterioridad, como algo ajeno y al servicio del “ser”. Este modelo platónico, reinventado sistemáticamente desde hace cientos de años, es en la actualidad la causa de actuar contra los límites biofísicos del planeta. En palabras más simples: la caca causa molestia, por estar vinculada a lo mundano, al igual que cualquier tipo de secreción que vincule al ser con la naturaleza, y debe ser invisibilizada y denegada³.

Afortunadamente existen diversas soluciones al problema del saneamiento: tratamiento aeróbico, fermentación anaeróbica, humedal artificial, cámara de evapotranspiración, tratamiento con lombrices, etc. En cada caso, lo ideal es controlar, separando los distintos tipos de material residual orgánico - aguas amarillas (orina), aguas pardas (caca) y también aguas grises - para hacer eficiente su posterior tratamiento.

El baño seco más simple funciona con una taza normal, que permite la separación de sustancias: contempla una cámara debajo del inodoro para las heces y un depósito para la orina⁴. En el caso de la orina, esta se colecta y se deja fermentar unos días. Luego se mezcla con agua en una proporción 9/1, y se puede utilizar como fertilizante para cultivar nuestras plantas.

En el caso de la caca, cada vez que una persona defeca, debe luego cubrir sus excretas con alguna materia seca, ya sea aserrín, viruta, paja, ceniza, cal, tierra seca, etc. La idea es equilibrar la relación nitrógeno-carbono de la sustancia, para acelerar su descomposición de manera controlada. El aserrín, por ejemplo, aporta carbono, reduciendo el porcentaje de nitrógeno de la caca. Luego de utilizar el baño, el usuario debe dejar la taza tapada (tapa de cierre hermético), para evitar olores. La cámara debe tener idealmente un sistema captador solar, para calentar la mezcla, aproximadamente a 65°C; asimismo debe contemplarse un buen sistema de ventilación, que considere mallas anti áfidas para evitar el ingreso de moscas. Debe considerarse una tapa, para hacer el mantenimiento y retirar la mezcla ya tratada después de aproximadamente 6 meses o 1 año, dependiendo del uso que haya tenido.


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1: PAULI, Gunter. 2011, La Economía Azul, 10 años, 100 innovaciones, 100 millones de empleos. Barcelona, España. Editorial Tusquets.

2: RIECHMANN, Jorge. 2015, Autoconstrucción, la transformación cultural que necesitamos. Madrid, Españas. Editorial Catarata.

3:Video: Solidaridad Internacional Andalucía, 2017/02/09, "Una revisión crítica de la modernidad. Entrevista a Yayo Herrero" https://www.youtube.com/watch?v=mnBIzXzIGO0&app=desktop

4: SEYMOUR, John. 2011. Guía práctica de la vida autosuficiente, un clásico para realistas y soñadores. Barcelona, España. Editorial Blume.



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